domingo, 8 de mayo de 2016

Monzón a Berbegal 9-5-2016


Me he despertado preguntándome si os preguntaréis por qué no hablo de mis pies. En el camino es uno de los aspectos más importantes ¿Os lo preguntáis? Venga... Va... Preguntáoslo. 
Pues no hablo de mis pies porque no los siento. Y es que antes de salir (bueno, bastante antes) me hicieron unos arreglillos que considero importantes que se conozca. Antes de iniciar el camino, y sobre todo si se es novato como yo, es aconsejable hacer una revisión de la dentadura y de los pies. Mi hija Laura, que es odontóloga, me dejó los dientes rechinantes y nuestra amiga Thais, que es podóloga, me hizo unas plantillas aerodinámicas con motor auxiliar que pa qué las prisas. Un dolor de muelas o de pies haría inviable llevar a cabo tan larga travesía. Jejeje.. No os incluiré aquí propaganda de la clínica que dirigen ambas... Pero, al final os dejaré el link de su página web.

Bueno, al grano. Hoy salimos de Monzón con rumbo a Berbegal. Lo primero que hay que hacer es buscar donde tomar alguna cosa, porque ayer no pudimos comprar nada para desayunar. 

Y mira que estuvimos concentraos en preparar la etapa de hoy... Es el estrés que llevamos.. Jeje.



De momento, parece que apunta a lluvia, por lo que el pantalón impermeable se hace necesario y la capelina preparada por si acaso.

Salimos del hostal subiendo a la derecha por la calle Cervantes hasta la estación. Allí tomamos un café y medio chucho para cada uno.
Cogemos por la calle Barón de Eroles hasta llegar a la rotonda donde se toma la nacional que lleva a Huesca.

A la salida de Monzón pasamos un parque inmenso a la izquierda y cruzamos el río cinca que presenta un color azul turquesa.
Algo más adelante, tomamos, a la izquierda, el desvío hacia Berbegal y de seguida pasamos bajo un túnel que permite pasar al otro lado de la vía de tren. Aquí se inicia un camino de tierra y piedras que lleva en cuesta por entre una zona boscosa que nos sube a la plana superior... Llegamos a arriba sudando abundantemente.
Algo más adelante, el camino lleva a un paso de peatones sobre la vía del tren. Supongo que debe ser una vía en desuso o poco utilizada. A partir de ahí cruzamos un polígono industrial ubicado a las afueras de Monzón.

Ante nosotros se abre una extensa planicie cubierta de hierba, cardos y retamas. Asimismo se pueden observar algunos encinares dispersos
En este punto se aprecia poca tierra cultivada.

Llegando a Selgua, un pueblo pequeño de economía rural, alcanzamos a Rosa, Julio y Manuel. Caminamos juntos hasta encontrar el bar y local social donde ellos se quedan para desayunar algo.


En el mismo Selgua buscamos dónde comprar pan para almorzar, pero lo único que les queda es un pan de kilo. Quedamos que lo compraremos en Ilches, un pueblo que debe estar a unos siete kilómetros. 

Por lo que vamos encontrando en el camino se desprende que en esta zona hay rebaños de oveja, que encontramos, en breve a un lado del camino.


La tenue luz que dejan pasar las nubes que ocultan el sol da otro aspecto diferente al paisaje.

El camino discurre paralelo a una acequia ancha de riego practicada en la tierra, en cuyo seno se desarrollan juncos y cañizos pequeños.

Ahora la planicie se ve cultivada, campos recién roturados,alfalfa y diferentes cereales. Y unos cuantos chopos de ribera a un lado del camino.
De tanto en tanto, aparecen decantadores de hormigón semejando pequeñas caídas de agua cuyo sonido reconforta el espíritu.


Habíamos previsto comprar en Ilches, pero está a 300 metros del camino. Y en esa dirección el camino presenta un aspecto embarrado. Así que almorzamos plátano y una barrita de cereales.
La grava y piedra del camino, lejos de suponer un problema, hace que éste no se embarre. Eso si seria un problema por el sobrepeso que supone y la dificultad añadida al caminar. 

Jilgueros, estorninos y verderones desde las carrascas laterales cantan a nuestro paso. Los caracoles son los dueños del camino.

Abandonamos la acequia para tomar el camino que lleva a la ermita de Santa Águeda. El paraje en que se ubica la ermita es precioso, mágico. Con mesas para picnic y rodeada de carrascas por la zona del camino. Fuente de agua y bidones para desperdicios



Seguimos hacia Berbegal por la calzada romana. Aqui se nota ya un fuerte olor de plantas aromáticas. Sobre todo resalta el intenso olor a tomillo, que nos acompaña hasta llegar al pueblo.

Cruzamos el canal de Terreu por el puente donde se hace la decantación de las aguas. Tras subir una cuesta cortita, de repente aparece, al frente, encaramado a la cima de la colina Berbegal. El camino nos conduce ahora por entre campos de trigo y un pequeño bosque de carrascas. Constantemente se ve Berbegal alli arriba del todo. Majestuoso. Ya veremos cómo es la subida.

La subida es paulatina hasta llegar a la carretera que lleva a Huesca. Tras cruzar la carretera seguimos por una pista asfaltada que sube serpenteante hacia Berbegal. Aquí la sudoración se intensifica, efecto de la humedad del aire que dificulta la evaporación de la transpiración normal en el esfuerzo físico.
He acertado al traer las zapatillas impermeables. Finalmente no ha llovido, pero el terreno esta empapado y la hierba mojada va depositando sus gotitas sobre las zapatillas
Una vez en Berbegal buscamos el albergue. Hemos de contactar con Manu. Así lo dice en la puerta de la casa de turismo rural que se encuentra al lado del albergue. Así que llamamos. Manu está en una romería, vendrá más tarde. Nos vamos a la plaza del pueblo a un bar para comer. Ya nos avisara Manu cuando llegue.
Rosa, Julio y Manuel llegan más tarde. Pepe les ha llamado para decirles donde estamos. La comida es muy aceptable y a buen precio.
Al terminar llega Manu, un chico joven y simpático. Maño, maño. Nos lleva al albergue, que dicho sea de paso es excelente y cuenta con todo lo necesario. 
Nos duchamos y ponemos una lavadora conjunta de los cinco.

Manu, además de hospitalero, nos sorprende ofreciéndonos una visita a la iglesia románica. Nos explica que Berbegal tuena ahora 350 habitantes pero había sido un bastión importante para la defensa del castillo de Monzón. Destacamento templario que tiene más de mil años.

La iglesia de Santa María la Blanca es inmensa para un pueblo tan pequeño. El pórtico románico, a pesar de su degradación es bello. Construida con piedra arenisca, muestra la mella que han dejado el paso de los años.


En la visita nos lleva a lo alto de la torre en que se encuentra un campanario. Se accede por una angosta escalera de 78 peldaños contados por Julio. 
Desde lo alto, la vista es impresionante. Desde el Pirineo al Somontano. Desde Monzón a Zaragoza. Se aprecia así el valor estratégico del enclave. Otro elemento que enriquece la magia de este pueblo se deriva de que por Berbegal pasa el meridiano de Greenwich.

Tras la visita. Vamos a comprar a una tienda que abren exprofeso para nosotros. Hay que tener en cuenta que hoy celebran aquí su patrón, San Gregorio, por lo que están de fiestas. Y eso lo podemos ver porque, bajo el albergue, hacen jotas bailadas y cantadas. Todo un espectáculo. Es impresionante la riqueza y diversidad cultural de que gozamos.

El día ha dado para bastante hoy. Por la tarde noche ha caído aquí la del pulpo. A ver como estarán los caminos mañana.

Mientras nos guarecemos de la lluvia bajo el toldo exterior del bar de la plaza, nos aborda un chico joven, agricultor y hablamos un poco de la zona. Nos deja entrever que nosotros hemos traído la lluvia. Jajaja... eso contrasta con lo que nos dice nuestro amigo Julio: "Santiago hace que no haya lluvia por donde yo vaya en peregrinación".
El agricultor me comenta que este año la cosecha es excepcional debido a la lluvia caida durante la primavera. De hecho, para él ed tan buena que se refiere así: "mi abuelo decía que quien viese tres primaveras así viviría más de cien años". Hacía mención a que es extraordinario un año tan productivo para el campo. La verdad es que por todas partes que pasamos se ven verdes y lustrosos.

Ahora toca dormir un ratito y Alehop!! Hacia Pueyo de Fañanás.

RECORRIDO: muy fácil y ameno. En puntos algo embarrado. El paisaje vale la pena.

CLIMATOLOGÍA: cielo tapado con algo de viento hasta Selgua. A partir de ahí algo de lluvia fina. Temperatura muy agradable para caminar.

ALBERGUE: un diez. Se trata de un edificio municipal del que dedican a albergue la planta inferior. Una estancia muy amplia acoge tres literas dobles y dos camas bajeras. Cuarto de baño completo y cocina completa. Lavadora y tendedero. Y el precio irrisorio..5 euros.
Están haciendo una ampliación.

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