Adiós Linyola. No me olvidaré de vosotros y de vuestra hospitalidad. Os deseo lo mejor.
Hoy ponemos rumbo a Algerri. Nos esperan 29 kilómetros y creo que con tiempo nuboso. A mi, personalmente, me gustan los días limpios, brillantes. Con un sol imponente sobre un azul de cielo intenso.
Salimos de Linyola por un camino de tierra y grava
que transcurre por campos de cereal, alfalfa y otros recién
sembrados de un incipiente maíz. Por esta zona han desaparecido, por
completo, las plantaciones frutícolas. De tanto en tanto,
atravesamos tramos de camino muy polvoriento que indica el intenso
trasiego de los tractores en sus labores agrícolas, que van haciendo
mella en el terreno.
Salimos sin desayunar, con la esperanza de
encontrar algo abierto y tomar un café.
Hasta llegar a Balaguer el paisaje no varía. Solo
las explotaciones ganaderas que aparecen aquí y allí. Algunas de
ellas parecen no estar operativas. Seguramente es debido al efecto
que ha representado la entrada en la Comunidad Europea en cuanto a la
obligada reducción de la producción lechera.
Por doquier, hasta Balaguer, los olores son
intensos. En los campos segados un penetrante aroma a hierba. Pero
predominan los olores a purines. En pocos casos se aprecia estiércol
de vaca. Y otras tantas el olor predominante es a algún plaguicida.
El final del camino seguido desemboca en Balaguer.
Ciudad preciosa excepto justo por la entrada que tomamos. Un polígono
industrial sin gracia ninguna
Nada más llegar a Balager buscamos dónde desayunar. Café con leche y croissant. Un clásico.
Bajo los soportales llegamos a la plaza Mercadal y enfilamos la cuesta que nos lleva a salir de la ciudad por una pista de tierra y grava que lleva hasta Castelló de Farfanya.
En las calles de Balaguer, una leve llovizna comienza a hacerse presente. A medida que avanzamos la lluvia arrecia. Y, como no, la capelina está en el fondo de la mochila. Así que hay que ir sacando cosas bajo la lluvia.
El remojón no ha dado para mucho.
El paisaje no deja de ser impresionantemente verde
por todos lados.
Casi llegado a Castelló de Farfanya dejamos de ver
las señales del Camino. Hasta un punto en que se abrían tres
direcciones por donde ir. La primera opción, tras comprobar la
inexistencia de señales que indicasen la ruta a seguir, es ponernos
en contacto telefónico con Jaume, nuestro ángel guardián. Sin
embargo, el teléfono del ángel guardián estaba inactivo.
Por pura chiripa hemos optado por el camino
adecuado. Bueno, por pura chiripa no. Hemos aplicado técnicas kung
Fu de orientación. Concretamente una que, sabiamente, dice: tiro por
aquí y, si sale con barba, San Antón y si no, la Purísima
Concepción.
Quizás hubiese sido mejor tomar el de la derecha.
Y hubiésemos amanecido en las Bahamas.. Y ahí nos ves, a Pepe y a
mi tomándonos un daykiri con vodka que pa qué las prisas... Con sus
paipais, con sus decires melosos " ay papito".
Total, que hemos llegado sanos y salvos a Castelló
de Farfanya, lugar en que hemos almorzado un pequeño bocadillo al
arrullo del canto del riachuelo que discurre a la entrada de este
pueblo medieval.
Desde aquí, una pista de tierra excelente para caminar nos llevará hasta Algerri. Al lado derecho del camino nos acompañan, a todo lo largo, pequeñas colinas vestidas de pino y matojo. Al lado izquierdo predominan los campos de cereales, en los que el amarillo va resaltando cada vez mas. Los campos de cereales van dejando paso a plantaciones de almendros y olivos a medida que nos acercamos a Algerri.
Aquí el aire huele a limpio. Huele a naturaleza.
El recorrido se va viendo gratamente resaltado por la existencia de balsas de agua distribuidas estratégicamente. Con sus ranitas croando y sus pajaritos piando.
El trayecto es muy agradable. Sin embargo, compadezco a quienes lo realicen en verano, cuando el verde intenso de las mieses se habrá trocado por el oro pajizo del trigo recolectado y el sol implacable imponga su ley.
En Algerri nos dirigimos hacia el ayuntamiento, al
lado del cual se haya el albergue, regentado por la asociación de
pensionistas del pueblo.
Casimiro, quien nos acoge muy amablemente, nos da
explicaciones sobre el pueblo y cuatro pinceladas sobre su iglesia,
que nos aconseja visitar. También nos anticipa que compartiremos
alojamiento con otros tres peregrinos que habían llegado algo antes.
Nuestra sorpresa, además de grata, ha sido
mayúscula. Se trata de Manuel, aquel malagueño que os describía en
la etapa de Montserrat, y Julio y Rosa, el matrimonio de Castellón.
Hoy me he enterado que no son de Castellón, sino que viven a
temporadas en esa provincia y residen en Toledo, aunque él es
extremeño y ella madrileña.
Un alegrón!! porque son gente que tienen muchas e
interesantes cosas que contar. Y como yo tengo muchas cosas que
preguntar, con ellos la tertulia con contenido está asegurada.
En fin. Cosas del Camino.
Mañana hacia Tamarite de Llitera.
RECORRIDO: en general muy bueno y a tramos
espectacular, aunque durante época de fuerte insolación puede ser
durillo por la climatología.
CLIMATOLOGÍA: hemos arrancado con cielo cubierto.
En mitad del recorrido hemos tenido lluvia poco intensa. Hemos
finalizado con cielo tapado también aunque el sol quería asomarse
para saludarnos. La temperatura, en todo momento ha sido de un
frescor muy agradable para caminar.
ALBERGUE: municipal. Dedica un piso superior de la
asociación para peregrinos. Cuenta con dos habitaciones amplias con
dos literas dobles en cada una de ellas. Dos cuartos de baño. Ducha.
Cocina completa. Sala comedor. Salón de estar con chimenea. Terraza
para tender la ropa. Es decir. Mas de lo que necesita un peregrino. Y
aún mas. Gel, papel, sabanas, café, sal aceite azúcar.... Un 10
La pluja forma part del camí, a mi de tant en tant se'm feia agradable, el més desagradable era si se'm mullàven les sabates per dins, caminar amb els peus molls no ho soportava
ResponderEliminarSi se't mullen les sabates per dins cal posar per la nit paper de diari dins les sabates i així absorbeix la humitat durant la nit
ResponderEliminarQuè gran que ets Josep. Quan sigui major m'agradaria tenir una part de la teva sabiesa.
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