domingo, 12 de junio de 2016

Melide a O'Pedrouzo 13-6-2016


Penúltima etapa si el tiempo no lo impide. Da pena, pero se acaba. Habrá que hacer recuento de cuantas personas quiero tener en mi pensamiento cuando abrace a Santiago. No quiero dejarme a ningun@.
32 km hoy y mañana 20 y ya habremos alcanzado el objetivo principal. O eso creía. Visto lo visto, llegar a Santiago es una excusa. Lo verdaderamente importante es el Camino.

Son las 5:30 y ya estamos en danza.
Llueve de inicio. 
Vamos a desayunar a un bar cercano en el que nos encontramos a Lis desayunando. Nos sentamos con ella para hacer lo propio.

Lis, la señora candiense que me regaló el pin de los amigos del camino de Quebec, me explica que lleva una pocas cenizas de su hermano para dejarlas en Finisterre.
No lo he podido evitar. Me he echado a llorar. Debe ser todo el conjunto de experiencias que se me agolpan en el corazón y eso provoca una cierta garraspera que me suelta el lagrimal. Y es que todo está conectado. Todo.

No es un día claro. Casi no veo por donde pasamos. Quizás mejor. Hoy no tengo mucha motivación. Tengo un cierto nudo en la garganta.

Vamos pasando por bosques de eucaliptus, con un olor intenso. De tanto en tanto troca el olor a heno para las vacas.


Lis, Diego, Pepe y yo vamos caminando juntos. Tras una subida, Lis nos pide que sigamos, ella queda un poco atrás. 
Yo también me voy rezagando. Fotos, notas, deseos de estar solo para saborear estos últimos paisajes.

La lluvia golpea suavemente mi cara. Las rosas me miran y me sonríen. Es maravilloso. Una sonrisa de buena mañana. Ahora recuerdo que, durante el desayuno, Maria Jesús la camarera, que me ha visto mustio, ha venido a regalarnos unos trozos de bizcocho con un pedazo de sonrisa que levanta el ánimo.

Agua. Verde. Más verde. Más agua.

El bosque está neblinoso. Húmedo. Hay plantado maiz y forraje.


Como me retraso, de tanto en tanto Diego viene a recogerme. Me recuerda, en cierta medida, al comportamiento que tiene mi Guspira cuando caminamos por el bosque desperdigados. Trata de reagruparnos yendo de unos a otros.

Seguramente Diego me habrá visto tocado y no quiere que me quede solo.

La verdad hoy me gustaría estar solo solo. Disfrutar sin prisa de la lluvia. Metabolizar lo que me ha ido sucediendo.


En uno de los xiringuitos intermedios veo, al fondo, a Pepe. Diego y él han parado para tomar algo de agua y quizás comprar algo.

El sorpresón es que veo que Yolanda, mi profe de inglés particular, también está sentada aquí e inicia la marcha. Creía que ya estaría casi en Santiago. Nos llevaba bastante delantera.
Inmediatamente saludos y a "cascar" por los codos. 
Poco a poco Diego y Pepe se van alejando. Casi lo prefiero, me encuentro bien chapurreando inglés como si fuera el quinto Beatle. De hecho, me cuenta que toca el clarinete. Charlamos de música. Poco a poco van saliendo cantantes y canciones. Y, de verdad que tiene una entonación envidiable.
Inicia una canción conocidísima de Bee Gees. Run to me. Ufff, una pasada de canción. Pues bien, mientras yo canto la melodía, ella hace la segunda voz como si no costase.


Cantando ni me doy cuenta que nos estamos retrasando respecto de Pepe y Diego. 
Vamos pasando por bosques de eucaliptos altísimos y de un grosor considerable.


Una vez salimos de la masa de eucaliptus recibo un mensaje de Diego que me hace referencia a que ya han llegado y que el albergue se encuentra fuera de las señales.

Casi cuarenta minutos después llegamos al albergue, donde en la puerta nos espera Diego.

Nos registramos y para arriba. Tras una providencial ducha con agua fría, nos vamos a comer a una pizzeria, pero un menú de peregrino.

Paseamos por O'Pedrouzo. Diego quiere comprar tapones de silicona para los oídos. Durante el paseo otro alegrón. Nos cruzamos con Sara, que acaba de llegar. También la hacía mucho mas adelante. Nos saludamos. Veo que tiene un ojo con conjuntivitis. Pero, como ya es normal en ella, "all is fine, all is fine".

La tarde de cháchara y poco más. Voy viendo a gente a la que había perdido la pista. Da una cierta sensación de confort volver a verlos. Los chicos que tenían una guitarra en Ponferrada, a los que canté Cuento para mi niño de Lole y Manuel. Ingrid, una chica alemana que camina con su perra Tuna y que se va colando en todos los albergues.

A la noche cenamos pizza vegetal y otra criolla.


RECORRIDO: prácticamente plano. Con algina subida. Tramos de pista de tierra y carretera. El paisaje espectacular.
CLIMATOLOGÍA: inicialmente nublado, von llovizna, a veces mas fuerte. Más tarde sol. La temperatura agradable.
ALBERGUE: albergue de la Xunta distribuido en dos plantas con diversas salas de literas dobles. Cpcina y comedor. Baños completos para varias personas. De tipo comunitario. En muy buen estado.

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