En Portosín nos espera la hermana de mi compadre, María José, que nos acoge en su casa como si fuera la nuestra.
Desde estas páginas quiero darle las gracias por el trato que nos ha dispensado. Nos ha preparado las más exquisitas recetas de la cocina gallega y hemos bebido de los mejores vinos de esta tierra.
Ya tengo mi guindo, cogido de los tallos nuevos del guindo de Maria José. Espero que sobreviva en casa. Y os preguntaréis vosotr@s ¿qué es un guindo? Pues es una especie de cerezo borde que da una especie de cereza que tiende a amarga. Y os volveréis a preguntar ¿y para qué quiere este peregrino un guindo? Pues fácil. Mi compadre me enseñó el secreto del orujo guindado. Desde entonces hago un sucedáneo con mis ciruelas de un prunus pisardii que tengo en mi jardín. Pero lo suyo son las guindas.
La ria de Muros-Noia es un paraíso. Quizás esto amortigua la sensación de agobio que siento. Estos días me son grises.
Inicialmente pensábamos estar hasta el día 20 de junio para después marchar a Coruña y, desde allí, tomar un tren a Barcelona.
Mirando precios de billetes comprobamos que han cambiado ostensiblemente respecto de cuando los habíamos mirado hace dos meses.
De un lado esto y de otro quiero alejarme cuanto antes. Es como si el permanecer aquí, donde ha acabado el Camino, me hiciese daño. Así que decidimos adelantar la partida a mañana día 17 y salir desde Santiago. Dormiremos en un albergue ya que el tren sale a las 8:34 de la mañana.
Hoy Pepe ha ido a remojarse los pies en su playa de Beneso, en su querida playa donde pasó gran parte de su infancia. Me ha preguntado si le quería acompañar. Me ha parecido oportuno dejar que lo haga solo.
Mientras, me he ido al muelle del puerto a ver como descargan las cajas de sardinas recién capturadas. Me entretengo viendo como despliegan los aparejos para limpiarlos, revisarlos y dejarlos preparados para esta noche en que volverán a faenar. Es como transcurre aquí la vida.
Sergio, un vecino y amigo entrañable de María José, nos ha regalado un vino exquisito hecho por él.
En su casa nos explica cosas de la tierra. Nos relata cada uno de los trocitos de tierra de quién es la propiedad. Entre otros, indica qué trozo es de la familia de mi compadre.
Imposible para mi saber cómo lo hacen para controlar qué trozo es de quién. Pero lo saben.
Sergio está pasando una época un poco difícil. Seguramente no hay mejor lugar donde dejar mi cruz de San Juan de Ortega que colgada de su cuello. Estoy seguro que le va a acompañar como me ha acompañado a mi en mi peregrinaje.
Desde su hórreo las vistas sobre la ría son impresionantes.
Después de comer un arroz con sepia, nécoras y setas que "quita el sentío" acompañado por un albariño Terras Gauda, tomamos el autobús que nos retorna a Santiago.
Esta vez la entrada no la siento triunfal. Se acaba, se acaba. Son los últimos instantes y lo sé.
Buscando un albergue vamos llegando hacia la zona de la Catedral. Mi corazón se acelera de nuevo. Nos vamos encontrando con peregrin@s que conozco. Nos saludamos y nos despedimos. Denise, una chica canadiense amiga de Lis, nos dice que en el Seminario Menor tienen albergue por 12 y 15 euros. Hacia allí vamos.
Ufff un último alegrón. Yolanda está en Santiago. Fue a Finisterre y hoy ha regresado para tomar el avión que la devolverá a su Holanda natal. Jejeje Como en las grandes competiciones, quedamos en la Plaza del Obradoiro para intercambiar las camisetas con las que habíamos entrado en esa misma plaza hace tres días. Así que la camiseta que me regalaron mis amigos de Montesquiu L'AEM marcha hacia Países Bajos. Seguro que allí estará a buen recaudo. Esta vez la despedida es sin llanto.
Hoy, mañana del 18 de junio, tempranito para comprar billete y coger el tren que nos lleva a Barcelona. En realidad, cogemos uno con transbordo en Ourense.
Antes de eso, desayunamos en la propia estación. Viendo los precios que se gastan, decidimos subir al centro de Santiago para comprar unos bocadillos para el viaje. Cerca de la Plaza Galicia encontramos una cafetería abierta donde nos los preparan.
Al
andén 4. Al andén 4!! Veinte minutos antes avisan que se inicia el
control de acceso. Vamos yendo, aunque yo es como si no fuese. El
andén está repleto de peregrin@s que regresan a sus hogares. Como
dice Jaume Oromí la vuelta es la etapa más dura.
De
salida pasamos una zona de niebla y un túnel. Es como pasar por un
túnel del tiempo que te devuelve a la realidad. Me siento como si
hubiese ido a una quijotesca batalla de la que vuelvo victorioso pero
vencido. Y recuerdo algunos versos del Hombre de La Mancha que
siempre me reconfortan...
Con
fe lo imposible soñar.
Al mal combatir sin temor.
Al mal combatir sin temor.
Triunfar
sobre el miedo invencible.
En pie soportar el dolor.
Amar la pureza sin par.
En pie soportar el dolor.
Amar la pureza sin par.
Buscar
la verdad del error.
Vivir
con los brazos abiertos.
Creer en un mundo mejor.
Es mi ideal
la estrella alcanzar
no importa cuan lejos
se pueda encontrar...
Creer en un mundo mejor.
Es mi ideal
la estrella alcanzar
no importa cuan lejos
se pueda encontrar...
Pep,
el peregrino de Vilafranca que caminaba junto a su hijo Pau, me
comenta que hay gente que queda colgada del Camino. Me da un consejo
muy sabio: tu camino está en tu casa. Y si tienes "mono"
haz como yo, coges una semana y te vas a caminar a hacer un tramo
nuevo.
La
verdad es que aún hoy que escribo este último epílogo me resisto a
deshacer la mochila. De hecho la he dejado medio montada. Quien
sabe!! Never say never!!
Creo haber aprendido varias cosas:
1)
En realidad, lo importante es el Camino. Es menos importante llegar.
2)
Respeto por el entorno, por las personas y por la simbiosis de ambas.
Deja lo que encuentres como lo has encontrado. Si lo encuentras
limpio déjalo limpio. Si lo encuentras sucio déjalo sucio porque
puede suceder que los conceptos de limpio y sucio no sean válidos en
todo lugar y momento.
3)
Ayuda en aquello que esté en tu mano. Dar gracias es bonito, es
correcto y bueno. Pero, de igual manera que recibes ayuda, cuando
ayudas tu esa es la mejor manera de dar las gracias.
Concluyo este epílogo, que es un punto y seguido, recordando y agradeciendo a tod@s cuant@s me han ayudado a comprender qué significa el Camino. Quisiera poner los nombres de tod@s pero me es imposible. Así que en representación pongo sólo algunos:
De
Montserrat: Marta y Ramiro, Julio y Rosa, Manuel. De Castellolí:
Jaume Oromí. De Tárrega: Nadia, Esther. De Tornabous: Nanci la
panadera. De Linyola: Josep Caba, Mireia, Ivan que nos han acogido en
su casa. De Algerri: Casimiro. De Tamarite de Llitera: Carmina,
Miguel Ángel, Andrea. De Berbegal: Manu. De Pueyo de Fañanás: Ana.
De Huesca: Rafael. De Bolea: Rufino, Raquel. De Sarsamarcuello:
Antonio, Ascensión, Goyo, Gento, José María Franco, Jesús. De
Arres: Lola y Ramón, Tomas, Amandine, Julie, Max. De Artieda:
Hummil, Taubmann, Rosalie. De Undués: Pedro y Patricia alberguer@s,
José, Carlos, Mike, Pep y Pau. De Monreal: Charo, Monique, Michel.
De Tiebas: Koldo, Belén. De Lorca: Marisol. De Los Arcos: Ana
alberguera, Silvain, Imanol, Josu e Iñaki. De Viana: Ikuyo, Alvaro,
Violeta, Ana Belén, Luca, Yamnick Guisson. De Ventosa: Juta, Aitor.
De Azofra: Ángel, Juan, José Luis, Emilie. De Villamayor del Rio:
Mari Carmen y Guillermo. De San Juan de Ortega: Ane, Mariona,
Patricia irlandesa. De Burgos: Félix Rioja, María. De San Bol:
María José, Lurdes, Robert Santander, Stefano, Marco. De Itero de
la Vega: Nancy de Grecia y vive en Saint Louis, Sergio del albergue
La Mochila. De Lédigos: Fátima. De Bercianos del Real Camino:
Rafael y Juan Antonio de Arnedo (La Rioja), Francisco y Paco de Bar
el Sueve, Suzanne, Luciano. De Puente Villarente: Keli y Julio,
Irene, Alejandro. De León: Hermógenes, Pedro, Samantha y Favia
hospitaler@s, Jacinta y Angel de La Cantina. De Villavante: Carmen y
Estefanía albergueras, Sara, Yolanda, Alex. De Astorga: Santiago. De
Foncebadón: Pepe, Azucena de Madrid, Juan manuel de Segovia y Jose
de Zamora. De Portomarín: Diego, Rafa amigo de Pepe. De Melide: Lis,
Agnes. De Portosín: María José.